miércoles, 15 de agosto de 2018

#8: Visibilizar a Lee Krasner (1908-1984)



—¿Así que ahora vas a pintar abstracto, eh? Supongo que sí, que ya has adquirido el nivel suficiente.

De esta forma se burlaba mi profesor de dibujo al explicarle que había tomado la decisión de aprender otras técnicas y experimentar la pintura más allá del realismo. De mis lecciones de pintura poco he aprendido a dibujar, a decir verdad, únicamente he sacado dos cosas en claro: al que juzga nadie puede juzgarlo si no es la repercusión de su elección; y que, la pintura es el resultado final de una historia que suele estar escondida para el que cree que enfrentarse al lienzo en sus ratos libres es cuestión de alcanzar un nivel de técnica aceptable con el tiempo y práctica suficiente, como si de un instrumento musical se tratase. Además, el aprendizaje canónico para la pintura suele basarse, hoy en día, en ver cuán capaz eres de recrear x elemento a la vista, cual máquina de fotografiar; en el caso contrario, no vas a sentirte lo suficientemente bueno. Cosa que se resume a: "estar preparado". 

Aludo, con pesar (pues, entre otras cosas, aquí me gustaría poder hablar únicamente de Lee Krasner), a Picasso: Me tomó cuatro años aprender a pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño. A mí me ha tomado mucho tiempo (más de cuatro años) aprender lo que es dibujar como un niño, y eso que ya llevaba a cuestas el hechizo nietzscheano de filosofar como un niño. Resulta que la innovación artística no funciona igual que la frescura del pensamiento; cuando minimalizas, conceptualizas o replanteas la pintura, aparece el cuñadismo espontáneo (acción-reacción): ¡Venga, pero si eso lo puedo hacer yo en 30 segundos! (Que tiemble el pop art, Walter Benjamin y la reproductibilidad técnica); No te creas, ¡yo también sé pintar un lienzo con un sólo color! (Y Rothko se alegra de no estar escuchando); Para esto no hace falta que vengas a clase, puedes hacerlo en casa. Y en eso, guarda razón. Detrás de una condena injustificada hay miedo o hay pereza, en el caso del arte abstracto es miedo: no puede enseñarse. Es así, un arma de doble filo. La abstracción no puede enseñarse, no tiene método más allá de su contenido y su performatividad; que son, a su vez, cosa del tiempo y el significado de la obra.

Aún así, el rechazo es comprensible. La historia del arte siempre ha sido la historia del poder. ¿Cómo entender algo que está en manos de significar? Y de este modo, me remito a Hannah Gadsby: aprendes de la parte de la historia en la que te enfocas. Por eso es importante visibilizar. No dejar de lado las perspectivas, unirlas, re-componerlas, no abandonar el vanguardismo ni el arte abstracto ni el ready-made. Es importante no abandonar todo aquello que no comprendemos únicamente porque no lo comprendemos, o harán de ello la interpretación standard legible directa al libro de bachillerato de historia del arte.

Por eso Lee Krasner. Por eso aquí. Por eso basta de decir Lee Krasner fue esposa de Jackson Pollock. Lee Krasner vivió y trabajó, fue una figura esencial, en el expresionismo abstracto norteamericano. Lee Krasner fue Lee Krasner.


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"Self-portrait" (1930). Oil on Linen.

Y no fue fácil para ella acceder al mundo del arte. Inició sus estudios en la Escuela Pública 72 de Brooklyn hasta alcanzar los 14 años, edad en la que solicitó cursar sus estudios en el instituto Washington Irving, que para aquella época (1921), era el único centro de Nueva York al que podían acceder las mujeres. Su primera petición fue rechazada y tuvo que reiterar su solicitud de ingreso al año siguiente para ser aceptada. Aún así, muchos profesores del centro rechazaron y despreciaron sus obras por el simple hecho de ser mujer. No fue hasta los movimientos vanguardistas que se estaban produciendo en París cuando Krasner conoció la obra de Matisse y Braque, así como la de Kooning y Gorky posteriormente. 

 En 1925, después de dos años en el Washington Irving, estudió en la escuela de arte femenina Cooper Union, donde recibió clases de Charles Louis Hinton y Victor Semon Perard. Después de que su obra sufriera un gran rechazo por parte de Hinton, Krasner pintaría en 1930 su autorretrato con el fin de someterlo a examen del comité superior de la Academia Nacional de Dibujo, donde Hinton también era profesor. Krasner fue aprobada aunque con alguna reticencia.  En 1932, mientras cursa sus estudios en el City College para ser profesora, combinándolo con el trabajo de camarera para poder recibir ingresos, accede a la escuela de Hans Hoffman donde toma contacto con las primeras formas del expresionismo abstracto. A raíz de éste moldea su concepción artística, decidida por la bidimensionalidad y la estética de este tipo de pintura. El expresionismo abstracto surge a partir de la II Guerra Mundial, que hace reaccionar a las prácticas pictóricas anteriores. Se centra en la experimentación personal y la espontaneidad del trazo para lograr la expresión de un sentimiento final. 

En 1940 conoce a Piet Mondrian quien refuerza en Krasner la idea de la bidimensionalidad del lienzo. Poco a poco, Krasner se aleja de esta idea para aproximarse a las de Joseph Albers, quien acababa de fundar la AAA (Artistas Abstractos Americanos). En 1941 Krasner conoce a Jackson Pollock mediante Willem de Kooning, pintor con quien se casaría, y que en ese momento no era reconocido pictóricamente. Tal y como relata la propia Krasner, sintió (al conocer a Pollock) la presencia de una fuerza viva que la aplastó. A medida que avanza su matrimonio, Krasner abandona la pintura para dedicarse a los cuidados de su marido, que era alcohólico. En algunas ocasiones durante estos años Krasner hizo ademán de volver a la pintura, y así se conservan algunos de sus cuadros influenciados por el popuring y el caos controlado. Pese a la reputación de Pollock, los cuadros de Krasner reflejan formas abstractas más cuidadas que las de su pareja. 

El año 1941 fue realmente importante tanto para Krasner como para Pollock, pues la revista Life tildaba, a partir del crítico Clement Greenberg, a Pollock como el mejor pintor norteamericano del momento; mientras que Krasner presentaba su obra Feria del basurero para la exposición del Museo de Arte Moderno "Escultores y Pintores". No será pero hasta 1959, con la muerte de su marido, cuando Krasner liberada de la figura de Pollock vuelve a su producción artística. La abstracción de sus obras anteriores va convirtiéndose en una geometrización cada vez más marcada. De modo que, en la última etapa de su vida, sus obras se caracterizan por trazos más suaves y menos agresivos, destacando incluso las formas vegetales que tenían más que ver con el realismo que no con el expresionismo abstracto.

Pese haber retomado su trabajo, tras la muerte de Pollock, Krasner ha seguido bajo la sombra de su marido, de manera que incluso en los primeros recopilatorios que se realizan sobre el expresionismo abstracto ella no aparece.

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Noon (1947).

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The city (1953).

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Listen (1957).

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Cornucopia (1958).
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Summer play (1962).

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Night creatures (1965).

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Rising Green (1972).
La artista y profesora de la universidad de Bellas artes de Pontevedra, Chelo Matesanz, recupera en una de sus obras la figura de la artista con el título Lo que Lee Krasner podría haber hecho... pero no hizo. El color rojo en el dripping de esta obra interpreta la violencia implícita en la trayectoria artística silenciada de Krasner por parte del endiosamiento que Pollock ha recibido por parte de la crítica y del mercado.

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 - Bibliografía/Webgrafía:

MCNBiografías. Krasner, Lee. Enlace web: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=krasner-lee
VV.AA. Lee Krasner, pinturas 1965-1970. Nueva York, editorial Robert Miller, 1991.
Hobbs, Robert y B.H. Friedman. Lee Krasner. Nueva York, Ed. Harry & Abrams Editions, 1999.

#7: Monótono monólogo interior

     
       Son las 23.14
       de un martes de agosto cualquiera
       por la noche
       vienes de Shibuya, Tokyo
       escala en Roma,
       voy en el asiento trasero del coche
       callada como una pluma
       que cae movida por un soplido
       y nadie ve
       me pregunto si se supone
       que debería interactuar algo
       más con el ambiente
       como un muñeco dotado de botones
       un coche pasa zumbando por la izquierda
       el cielo está nublado y rojo
       grisáceo por la polución
       y aunque ya casi es de madrugada
       parece que se engendra el crepúsculo
       no sé si puede guardarse
       todo lo de un trayecto en
       cuatro palabras
       soy espectadora
       que desvía el vuelo de un mosquito
       con un aspaviento
       tu madre bosteza y tararea la canción cutre
       que suena en la Dial
       los postes están llenos de publicidad
       que juegan a entremezclar el erotismo y el producto
       y puede verse gente en alguna ventana de los altos edificios
       Costumbrismo jocoso, pienso.
       Sí, se decía así.
       A la descripción se le dice así.
       James Joyce fue un cobarde en su monólogo interior
       y yo también.


A Pepa Cuevas.



lunes, 30 de julio de 2018

#4: La tiranía de formular oraciones

Te pregunto cómo puede alguien llevar este modelo de vida
tan aniquilador—.
Te reclamo cómo puede alguien contentarse
y te pregunto:


¿Qué te gusta de vivir?


Respuesta: Haber vivido para poder contártelo.


(Hay un silencio).


De repente las palabras me parecen lenguas de serpientes.
Las palabras son tramposas como ranas de colores vivos
porque para eso se ha tenido que querer vivir antes.
En inconsciente. Por inercia.
Acumular y acumular;
crear pasado.


Pero
ahora bien;

cuál es la respuesta contra la inercia.

#3: Girl

For whom and against whom do you compete?